Venía en el Transmilenio cuando empezó a caer una lluvia repentina y fuerte y la señora que iba a mi lado empezó a hablarme. Le respondí de buena manera y miré a mi alrededor: La gente sonreía, se hacían comentarios amistosos entre desconocidos y lanzaban exclamaciones alegres. La lluvia arreciaba. La señora y yo charlábamos desenfadadamente sobre el milagro del agua y los pastos quemados que rodeaban al bus.
Al occidente, más allá de la ciudad, sonaban truenos. Éramos felices. Luego la señora se preocupó por sus hijos, que andan en bicicleta, y yo lamenté no tener paraguas y tener prisa por llegar a mi casa a comer algo.
Vencido por la maravilla, cerré el libro que venía leyendo y me puse a ver llover por la ventana del bus mientras le hacía chistes a mi nueva amiga. Desde el último puente vehicular del trayecto el sur y el oriente se veían despejados, brillaban bajo el despiadado sol.
Al llegar a la última estación el ambiente en el bus seguía siendo festivo, de dicha, mientras afuera la lluvia amainaba. La señora y yo nos despedimos aún sonrientes y cada uno salió por una puerta distinta.
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23 de febrero de 2016
13 de agosto de 2009
Apuntes varios (I, II, III y IV)
I
Son las dos de la mañana y caminamos por el centro bebiendo de una botella de Vodka barato que robamos de un bar del que nos acaban de echar. La botella está por terminarse, todo está cerrado y no hay un alma que nos interrumpa mientras recorremos calles estrechas sobre las que cae una leve llovizna que empezó hace horas y que, sabemos, no se detendrá hasta después del amanecer. En el bar nos aguantaron un rato largo, llegamos temprano y compramos cervezas y aguardiente y luego más cervezas y más aguardiente hasta que llevábamos mucho tiempo siendo los únicos clientes y nos pidieron que nos fuéramos. Es festivo, es un día de celebración patrio y el centro está completamente muerto, congelado, no hay sorpresas o peligros en sus recovecos, es más nuestro que nunca.
Como siempre, estamos a destiempo, desfasados. Todos duermen y descansan mientras nosotros caminamos, en silencio, juntos pero a suficiente distancia uno del otro, con un destino fijo pero desviando la ruta caprichosamente. La ciudad se ve hermosa y una luna gigantesca y ligeramente rosada la ilumina abriéndose paso por entre las nubes, justo encima de la más alta de las montañas. Esta es la primer noche en la ciudad en mucho tiempo para uno de nosotros y la última para otro. Somos tres y nos conocemos hace tantos años que a veces nos quedamos sin palabras y parece que no es necesario que hablemos porque ya lo sabemos todo.
El alchol, el silencio y el camino se terminan al tiempo. Alguien pregunta algo con el fin de aclarar algún punto borroso de la conversaicón de la noche y luego nos vamos a dormir.
Podría decirse que a la mañana siguiente uno de nosotros ya está en camino a otra vida pero sería impreciso porque también es posible que ese camino lo hubiera emprendido mucho tiempo atrás, quizás meses, quizás años, que lo hubiera empezado sin saberlo una tarde en la que los mismos tres nos sentamos en un bar a pensar qué sería de nuestras vidas en cinco meses, en cinco años.
Ayer hace cinco años estaba en una estación de transmilenio esperando un bus a mi casa a las cinco de la tarde. Venía del entierro del hermano de un amigo y acababa de despedirme de todos, acababa de quedarme solo.
Sonó el celular. Era mi prima, me preguntó dónde estaba, me dijo que me fuera rápido al apartamento a recoger ami hermana. Me contó -y se le quebraba la voz- que mi tío se había matado en la madrugada.
Corté. Perdí el sentido.
Algunos amigos me encontraron por casualidad y me ayudaron a tomar el bus.
Hoy hace diez años era día de elevar cometa en mi colegio. Una vez al año, en las primeras semanas de Agosto, nos daban un par de horas para salir a los campos de fútbol y volar cometas con los amigos.
Cuando me desperté fui a la cocina para saludar a mi mamá y desayunar juntos. Escuchamos a Darío Arizmendi -y se le quebraba la voz o hacía que se le quebraba la voz o yo recuerdo como si se le quebrara la voz- decir que acababan de matar a Jaime Garzón. Ese año no volé cometa. Al año siguiente me cambié de colegio.
Como siempre, estamos a destiempo, desfasados. Todos duermen y descansan mientras nosotros caminamos, en silencio, juntos pero a suficiente distancia uno del otro, con un destino fijo pero desviando la ruta caprichosamente. La ciudad se ve hermosa y una luna gigantesca y ligeramente rosada la ilumina abriéndose paso por entre las nubes, justo encima de la más alta de las montañas. Esta es la primer noche en la ciudad en mucho tiempo para uno de nosotros y la última para otro. Somos tres y nos conocemos hace tantos años que a veces nos quedamos sin palabras y parece que no es necesario que hablemos porque ya lo sabemos todo.
El alchol, el silencio y el camino se terminan al tiempo. Alguien pregunta algo con el fin de aclarar algún punto borroso de la conversaicón de la noche y luego nos vamos a dormir.
Podría decirse que a la mañana siguiente uno de nosotros ya está en camino a otra vida pero sería impreciso porque también es posible que ese camino lo hubiera emprendido mucho tiempo atrás, quizás meses, quizás años, que lo hubiera empezado sin saberlo una tarde en la que los mismos tres nos sentamos en un bar a pensar qué sería de nuestras vidas en cinco meses, en cinco años.
II
Ayer hace cinco años estaba en una estación de transmilenio esperando un bus a mi casa a las cinco de la tarde. Venía del entierro del hermano de un amigo y acababa de despedirme de todos, acababa de quedarme solo.
Sonó el celular. Era mi prima, me preguntó dónde estaba, me dijo que me fuera rápido al apartamento a recoger ami hermana. Me contó -y se le quebraba la voz- que mi tío se había matado en la madrugada.
Corté. Perdí el sentido.
Algunos amigos me encontraron por casualidad y me ayudaron a tomar el bus.
III
Desde que recuerdo hay en la cocina, sobre el refrigerador, un radio reloj que mientras mi mamá está en la casa sintoniza la cadena básica de Caracol.Hoy hace diez años era día de elevar cometa en mi colegio. Una vez al año, en las primeras semanas de Agosto, nos daban un par de horas para salir a los campos de fútbol y volar cometas con los amigos.
Cuando me desperté fui a la cocina para saludar a mi mamá y desayunar juntos. Escuchamos a Darío Arizmendi -y se le quebraba la voz o hacía que se le quebraba la voz o yo recuerdo como si se le quebrara la voz- decir que acababan de matar a Jaime Garzón. Ese año no volé cometa. Al año siguiente me cambié de colegio.
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4 de noviembre de 2007
Progreso- Hecatombe

Esto es progreso. Esto es avance. Esto es Primer Mundo. O al menos esto es un país en Vías de Desrrollo. Ahora sí que parecemos una capital europea. Qué orgullo. Es como la decoración navideña del año pasado en el Centro Andino, nievecita de mentiritas, réplicas de renos, trineos, progreso, Primer Mundo en toda su expresión. ¿Quién dijo que en Colombia no había estaciones?, ¿tropicales nosotros?, ¿palmeras?, ¡Ja!
Y hace como tres semanas que empezaron la navidad.
Teoría Cospirtaoria
La granizada fue por:
- La seguridad democrática, el crecimiento económico, el progreso, Colombia es pasión. Se ven los resultados, se ve el avance. Se aleja la hecatombe.
- El Boicot organizado por ciertos metaleros para demostrar su inconformidad con Rock al Parque 2007.
- Navidad, es un regalo de los cielos.
- Navidad, grandes multinacionales con una fuerte presencia en Colombia decidieron regalarnos esto como parte de una campaña de expectativa.
- Es un mensaje de Al Gore.
- El mundo se va a acabar.
- Se acerca la hecatombe.
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