La deriva y la búsqueda y el camino y no el destino. Andar para observar y pensar y sentir pero también para distraerse y dejarse llevar: Por el viento, por la corriente, por el agua que escurre hacia una cañería después de una tormenta que nos dejó sin electricidad, bajo la luz de la luna y las estrellas y con el silencio de los grillos. Las piedras del camino y las nubes en el cielo. La hierba que se pega a la ropa. La rama que rasguña un rostro, suavemente, apenas sacando un hilito de sangre y generando un ligero ardor.
Andar y buscar, procurar la interferencia y la textura. Asumir el ruido y la incoherencia, la imprefección y el costo, el esfuerzo y el dolor. Construir la fricción, llevando la contraria a las promesas del presente y el futuro que nos llegan cada día. Hablar con algún desconocido. Escuchar. Muchas preguntas, pocas respuestas, algunos lugares comunes y el eterno retorno a lo que somos, a lo que fuimos, a lo que quisimos ser.
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