La clave está en seguir intentando. Calladito y encerrado. Día y noche. Consumir, producir, esconder, liberar. Intentar. Cerrar los ojos y seguir adelante. Probar esto y lo otro. Adentrarse en el yo y luego salirse y alejarse. Volver sin darse cuenta. Darle una vuelta más al asunto, abordarlo desde el otro lado. Cerrar los ojos y respirar con calma y andar hacia el frente, confiando en que se avanza en la dirección adecuada (como cuando uno se pierde en la selva o en el desierto o en el océano y sabe hacia dónde debe andar y cree que anda en la dirección correcta pero no puede estar seguro, no hay forma de confirmarlo, sólo queda seguir andando y llegar a algún lado en algún momento o no llegar nunca y morir en el camino).
Porque por años uno construye una estructura con lo que va encontrando y se refugia en ella y se acostumbra (algunos hasta se encariñan) y empieza a llamarle "vida" y cuando está más acomodado ¡zaz! la tal estructura se cae (era obvio, estaba armada con residuos y pegada con babas) y la rutina y los amigos y la familia y las amantes y los empleos y la estabilidad (todas esas cosas alrededor de las cuales uno se fue encerrando sin darse cuenta pero con la intención explícita de sobrevivir) se van al carajo y uno se queda solo y parece que los años no han pasado y apenas se han cumplido dieciocho pero se está más viejo y más decepcionado y fatigado que nunca (y las ambiciones no abandonan pero cada vez están más disminuidas, gastadas, olvidadas).
Ahí es cuando uno teoriza e inventa cinco hipótesis distintas que hablan de crisis y de ciclos y cambios y mejoras y propósitos y uno se mira en el espejo y se da tres palmadas en la espalda mientras se dice "todo bien que AHORA SÍ, llegó por fin el momento que tanto hemos esperado en secreto". Pero luego uno camina un rato y se toma un café y se sienta y la voz dice que no, que ni mierda, que esas mentiras no se las cree nadie, que no hay propósito ni fin ni proceso ni mejoría. Y luego uno negocia porque lo que importa es la supervivencia, ¿o no?
Y bueno, uno se levanta al otro día temprano y se inventa qué hacer y lo hace, imaginándose que son pasos, que son piezas de un rompecabezas, que hay un destino y que aunque no lo parezca uno está avanzando hacia allá, despacio, con calma, esperando el momento en que en el horizonte aparezca la meta y la voz diga "¿ya?, ni sentí el recorrido, ni me di cuenta de que ya habíamos llegado".
Lo único que queda es seguir intentando a ver si algo pasa.
Pd: Soy una de las 123 personas en el mundo que usamos Google Plus. Como me gusta esa red social que nadie usa y me gustan sus álbumes de fotos, cree varios que reúnen fotografías de caminos recorridos, de momentos vividos y de varias cosas por el estilo. Si les interesa, pasen y conozcan, por ejemplo, el que se titula "Momentos-Lugar" (detrás de cada una de esas fotos hay una anécdota o una historia larga y dolorosa que algún día le contaré a los interesados).
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