21 de noviembre de 2011

Día 1275 (Visiones)

 Día 1275 



(Visiones)



Cansado. 

Hoy hubo algo de sol. Hacía meses que las nubes de polvo no dejaban ver tanta luz. 



Recolecté 8425 gramos de material distribuido de la siguiente manera:

  
Metales: 7625 gramos
Vidrio: 689 gramos
 
Papel: 111 gramos



El acumulado de lo que va del mes es:

Metales: 86458 gramos
  
Vidrio: 45231 gramos
  
Papel: 2300 gramos
 


Total días en el área: 95


 
Días restantes para recolección del material y reubicación: 21



Notas:



El área está explorada casi en su totalidad. Cada día es más ardua la búsqueda y se hace necesario alejarme más y más del refugio. Con frecuencia pierdo la noción del tiempo y debo apresurarme bastante para regresar antes del anochecer. La relocalización se hace urgente pero aún tardará 21 días. Pronostico días con una producción cada vez menor. Quizás haya días sin producción.
 


Hoy volví a verlos. Estaban el hombre mayor y uno de los niños pequeños. El niño pequeño se quedó mirándome por algunos segundos. Sentí sus ojos encender todo mi cuerpo. Luego se escondieron de prisa, como de costumbre. Necesitaría de un traje más ligero o de un vehículo para poder perseguirlos. Son rápidos. Un traje ligero como los que usan en el Sector 32 o un vehículo como los que están a disposición del personal del Sector 45.



Son una famlia. He visto a cinco de ellos (dos hombres adultos, una mujer, dos pequeños); aunque nunca he logrado ver al grupo completo, siempre andan en parejas o tríos. Son humanos. Estoy seguro. No usan trajes. No usan ropas. Han de haber desarrollado algún tipo de inmunidad a la radiación. O tal vez están muertos. Tal vez sólo son fantasmas. Fantasmas que regresan al lugar en donde vivieron antes de que Todo pasara. Cuando la gente vivía y las familias existían. Cuando El Horror era una amenaza que las personas preferían ignorar.



Los he visto. Varias veces. Han de vivir cerca pero en ninguna de mis exploraciones he encontrado algún lugar ligeramente habitable. Pero los he visto y he intentado alcanzarlos y he visto sus huellas desaparecer bajo el azote de Los Vientos. Los he visto huír en medio de las nubes de vapor que brotan del subsuelo, corriendo, agarrados de la mano. Son ágiles. Ágiles y bellos. Me pregunto quienes son. Me pregunto cuál es su historia. Me pregunto por qué los Superiores niegan su existencia. Me pregunto si es verdad que son visiones. Me pregunto por qué huyen, por qué no vienen a visitarme. Me gustaría que vinieran a visitarme. Estoy solo. Todos los días, en el refugio y ya sin el traje, me siento a comer y hablo conmigo mismo para no perder la costumbre. Temo perder el don del habla. Temo que un día la garganta empiece a dolerme y que un par de semanas después se cierre por completo y para siempre. He escuchado que pasa (en el cuartel los muchachos contaban todo tipo de historias sobre lo que nos esperaba). También trato de verme en los reflejos de la cocina para reconocer mi cuerpo desnudo. Mi cuerpo ha cambiado. Sigue estando en forma pero es distinto, se ha degenerado, ha envejecido. Si tan sólo pudiera hablarles. Si pudiera preguntarles quienes son y qué se siente amar y ser amado o cómo es tener la habilidad de correr libremente entre el polvo y los escombros. Si pudieran decirme si ellos sienten en la piel el mismo escozor, el mismo calor pegajoso que siento yo dentro del traje.



El computador anuncia que la limpieza del material ha terminado. Debo dirigirme al punto de recolección para luego ubicarlo en la bodega. 



Mañana he de dirigirme al cuadrante ZX24. Vi una posible fuente de metales pero era tarde y empezaba a anochecer. Aspiro recuperar un par de kilogramos de ese cuadrante. Con un poco de suerte conseguiré suficiente para completar la cuota del mes.

Estoy cansado. Espero al menos lograr conciliar el sueño esta noche.




23 de septiembre de 2011

El scroll infinito


¿Cuándo ocurrió?

¿Hace diez meses?, ¿hace dos?, ¿este año o el anterior?

La rutina convierte la existencia en un bloque de contornos poco definidos en el que apenas se distingue un lejano y desdibujado “antes” que más bien parece una ilusión y en el que todo -las personas, los objetos, los acontecimientos, Todo- se funde en una misma materia fragementada en pequeñas partículas de tamaños apenas diferentes, envueltas en una espesa sustancia que las corroe y regenera por igual y con indiferencia. Una sustancia que resulta ser la rutina misma y que nunca para de crecer y de devorar los días, espesando cada vez más y más hasta empezar a solidificarse desde el centro hacia los bordes, atrapando para siempre algunos fragmentos que se conservarán como fósiles engañosos que permitirán a los arqueólogos del futuro crear ficciones que no por falsas pueden ser acusadas de inverosímiles, inválidas o sin importancia dentro del proceso de reformulación y creación de la cadena evolutiva del ego.

Cada semana sucede a la anterior a un ritmo colérico e inclemente, idénticas las unas a las otras, con los periódicos y predecibles intentos de escape -la caminata bajo la lluvia, la borrachera eventual, el sexo y el romance, las lágrimas y los impotentes rituales antisistema como destruir una tarjeta de crédito condenándola a la furia de las manos primero y al fuego después-. Inútiles intentos de escape y de búsqueda de lo significativo, de lo trascendente y de las emociones verdaderas que no tienen lugar en la era del aburrimiento, la sobreestimulación, el scroll infinito y el stream inagotable.
Desperdiciamos nuestras poco valiosas vidas encerrados en la vibración de latas, vidrios y gomas durante horas y horas cada día, respirando el humo venenoso del progreso, concentrados en las mentiras del mundo que tanto nos gusta creer -el amor, la democracia, el entretenimiento, los vicios, la cultura, el maldito progreso-. No hay en nuestras vidas verdadera belleza, verdadero conocimiento, sólo mediocres réplicas que se quedan cortas desde todo punto de vista, pero que son lo único a lo que podemos acceder porque necesitamos el tiempo para producir, encerrados en apestosas oficinas mal iluminadas o en salones de clase en los que no se aprende lo que se debería aprender. Vivimos en una era fugaz y pasajera -y ya sabemos que el problema de lo fugaz es un problema de perspectiva- en la que el mundo es blando y epidérmico, tan ligero y transparente que quien realmente quiere ver no tiene problema en encontrarse con el horror y la desesperación.
Todo lo que queda es seguir intentando, seguir entablando conversación con el anciano acomodador de una sala de cine vacía, seguir saliendo con la mujer que conociste en la fiesta en la que no querías estar, seguir esperando ese golpe de suerte que nunca va a llegar, seguir drogándose, seguir imaginando realidades paralelas mientras haces scroll, te masturbas, stalkeas y sueñas con esa epifanía en que por fin el Arte se te revelará como el camino inequívoco a La Verdad y logrará que, de una buena vez, todos los sacrificios y la mierda cobren algo de sentido.

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13 de julio de 2011

Meat is murder

Meat is murder

Meat is murder

Meat is murder





- Es el ciclo de la vida: naces, creces, te reproduces y luego llega algún humano y te jode.

(Más)

10 de julio de 2011

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I. Nostalgia

Nos encontrábamos siempre por casualidad. Ella aburrida de los estudios, del desempleo, de la familia; yo agotado, ocupado, atrapado en proyectos inútiles y sin futuro, al borde de la desesperación. Escapábamos juntos. Descendíamos de las montañas envueltos en la alegría imprudente y suicida del que se da el lujo de huír; andábamos dando rodeos, eligiendo calles de forma caprichosa, parando en parques, viendo y comparando techos de edificios, de casas antiguas, estudiando detalles de rejas o jardines, haciendo tiempo mientras el sol terminaba de ocultarse e intentando verlo todo desde un ángulo nuevo. Caminábamos hasta que la presencia de la Gran Avenida se hacía demasiado imponente y nos obligaba a recorrerla, a atravesarla para adentrarnos en el corazón de Chapinero. Íbamos a un pequeño, costoso y agradable bar de jazz en donde pedíamos una cerveza tras otra y empezábamos a armar una deliciosa atmósfera de intimidad que luego nos llevábamos con nosotros cuando, tras realizar una juiciosa proyección presupuestal, decidíamos cruzar la calle y comprar una botella de aguardiente en la pequeña tienda llena de obreros que no sólo quedaba frente al bar de jazz sino que además abría más temprano, cerraba más tarde, era significativamente más barata y tenía una rocola. Una vez en la tienda comprábamos el aguardiente y dejábamos todas las monedas en la rocola -Canales, Jaramillo, Lavoe, Gardel, Acosta; la música que cada uno había aprendido en su casa, de sus padres-; nos sentábamos y hablábamos por horas -sin fijarnos en el modo en que íbamos perdiendo sensatez y ganando calentura- de las cosas que habla todo el mundo en estas situaciones: del pasado, del presente, del futuro, de las respectivas parejas y los respectivos oficios, de conocidos, de la familia y el país. Luego llegaba otra botella de aguardiente y a veces otra y a veces otra y en alguna ocasión otra más. Cuando la situación lo permitía íbamos juntos al baño o ella se escondía debajo de la mesa y me la chupaba para que luego mis dedos y yo devolviéramos las atenciones. Bebíamos y hablábamos hasta que la tienda cerraba y la dependiente nos sacaba con amabilidad. Luego tomábamos un taxi e íbamos a amanecer a un motel.

II. Nuestro juramento

Los encuentros empezaron a repetirse con cierta frecuencia y de forma cada vez menos casual. Nos prometimos noches que nunca nos cumplimos -ir a bailar a un bar de salsa, acampar fuera de la ciudad y consumir ácidos, ir a ver una película juntos-: siempre seguimos nuestra rutina jazz - rocola. Hasta que todo terminó del mismo modo impreciso en que había comenzado: nos conocimos algún viernes por medio de amigos en común de los que yo me distancié por razones que no caben en este relato; el bar de jazz cerró y ella salió a vacaciones de la universidad -así que por un tiempo no volví a encontrármela por Chapinero-. Fueron unos lindos meses. Yo dejé de contestar un par de llamadas suyas y ella dejó de insistir. Perdimos contacto con la misma velocidad con que nos conocimos.

III. Triste y vacía

Un par de años más tarde me la encontré en la calle en otra ciudad, en otro país. Ella tenía un hijo y yo estaba casado. Ella llevaba unos meses viviendo allí y yo había llegado hacía unos días -iba para un congreso y la semana siguiente me regresaba-. Salimos un par de veces y nos aburrimos juntos una eternidad. Nunca nos volvimos a ver.

IV: Bonus Track

( 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 )

Pd: Estoy estrenanado:

http://gabrielmuelle.co.cc

3 de mayo de 2011

El futuro es ahora


La semana pasada La Madre Europa y junto a ella un cuarto del mundo estuvieron conmocionados, alterados, obnubilados por la contemplación juiciosa de una boda real y de la beatificación de un papa, eventos cumbre que junto a maravillas del ingenio humano como el Clásico Real Madrid Vs. Barcelona nos enseñan el esplendor y la grandeza de los que la sociedad Occidental es capaz. Dios te salve, Reina y Madre, guiános por el único camino posible y no nos dejes caer en tentación. Amén. El futuro es ahora y nosotros somos pasado, presente y futuro. El nuevo amanecer ha llegado y el mundo está bien y mejorando.

Yo también quiero encontrar a mi Príncipe Azul porque es que eso es muy buen negocio: Beatifícame, canonízame, crucifícame, bada baboom boom boom.

Hoy todos los civilizados hijos del mundo libre celebramos en las calles la muerte del mayor bastardo y el fin de todos nuestros problemas. Se hizo Justicia, como dios manda, con efectividad, sangre y explosiones, apenas diez años después del hecho por el que lo condenamos, con sólo unos cuantos miles de millones de dólares invertidos y reduciendo los daños colaterales a decenas de miles de muertos y algunas ciudades insignificantes reducidas a ruinas. It's a war that I feel we just won. La gran sombra ha pasado, la amenaza ha cesado y el enemigo va en retirada. Lo único reprochable es la ausencia del cadáver, porque así no tenemos a quién escupir, no tenemos rostro deformado para arrastrar por calles polvorientas ni ataúd sobre el cual brindar con un par de buenas cervezas y para colmo no faltará el imbécil conspiracionista que asegure que lo de las torres fue un trabajo interno y que la prueba máxima está en que el señor de barbas ahora vive como rey en Bariloche.

Por mí que maten a todos esos hijueputas, por mí bien puedan mátense todos: dispárame, explótame, colateralízame, bada daboom bam bam.

Y mientras el mundo progresa a esa velocidad vertiginosa yo no me quedo atrás porque tengo un empleo y deudas y cada vez me quedan menos de esas cosas que llaman sueños y así está mejor porque lo que uno necesita en esta vida es estabilidad y la estabilidad significa tener mujer e hijos (o al menos un gato que maúlla y grita cuando tiene hambre y ataca, muerde y rasguña cuando está aburrido).

Todo es un chiste pero no se engañen porque todo va muy en serio: empléame, pensióname, impuéstame, bada daboom bam bam.

Este es el futuro y los caníbales aún no regresan a las catatumbas a devorarse a su señor sino que lo hacen en público y la gente los aplaude y los obedece porque aún deciden quién gobierna con su apoyo y el de los guerreros sanguinarios que atacan de noche y asesinan sin piedad porque actúan en nombre de Su Majestad La Verdad y el General Homogeneidad.

Y a mí todavía un par de piernas enmalladas en la calle me cambian el destino.

Bada baboom boom boom.