1.
(The basement room, 19 Stories by Graham Greene, Bantam books, 25 West 45th st., New York, N. Y., USA, Febrero de 1960)Can I start? Philip asked, but Baines didn't hear; he presented in his
stillness and attention an example of the importance grown-up people
attached to the written word: you had to write your thanks,
not wait and speak them, as if letters couldn't lie.
But Philip knew better than that, sprawling his thanks across a page
to Aunt Alice who had given him a doll he was too old for.
Letters could lie all right, but they made the lie permanent:
they lay as evidence against you; they made you meaner than the spoken word.
2.
Era una de esas noches en las que sólo sentía deseos de conseguir un gancho de los que se usan en las carnicerías para colgar pedazos grandotes de carne fría y húmeda que la gente va seccionando para llevarse a su casa.Conseguir el gancho, insertarlo con cuidado por el ombligo y halar con fuerza, con las dos manos, hacia arriba, a volver a sacarlo por la boca como si el gancho fuera un anzuelo y él algún tipo de pez deforme; desencajar la mandíbula, desprenderla y dejarla ahí colgando.
Luego, juntar las últimas fuerzas y abrirse como se abre un presente, un obsequio que ha sido envuelto con mucho cariño y no poca destreza. Regalarse.
Al final se quedaría ahí, con las tripas expuestas, esperando a que los curiosos y los insectos cumplieran con sus deberes.
3.
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