14 de septiembre de 2007

Afuera llueve y me gusta ver las tejas de en frente teñidas de ese gris empapado, azuloso. También me distraigo viendo las nubes pálidas que corren y mutan tan despacio que se te pasa la vida viéndolas. Y siempre se dijo que yo no me tomaba nada en serio, pero resultó que sí. Y me lo tomo tan en serio que hasta me da miedo admitirlo -pero lo podrán averiguar, todo está lleno de pistas-. Hay tanto por hacer que parece increíble. La vida cambia de un día para otro, pero esto no quiere decir que los cambios no sean sutiles. Es sólo que un día estás tirado en un sofá pensando -y renegando- en las implicaciones morales de la producción masiva de modelos culturales desechables por parte de grandes grupos económicos; o en algo más divertido y menos mamerto: las principales causas de la disminución de la población de dragones en la América colonial, la esfera de Pascal, la forma del Tiempo, las variables que determinan el comportamiento de un autor -cualquier autor, un autor arquetípico, un autor que es todos los autores- ante su obra -una obra que es, en realidad, sólo Una-. Y al día siguiente tomarte una noche para compartir un café, una cerveza, es un lujo que no deberías darte -pero lo haces, eres incorregible o no estás acostumbrado-. Y tienes una agenda. Y la agenda está llena de "citas", "entregas", "plazos". Y lo disfrutas, no sabes cuánto. Afuera no llueve, pero me gusta imaginar que así es.

Increíble que ya lleve un mes.

Y entonces no debería pero nos vemos el fin de semana en Jazz al parque. Pero shhhh, con discreción, algunos no deberían enterarse.

Los dejo con una "corta" cita: Julio Cortázar, Rayuela -en adelante "El Esquivo"-, capítulo 17:

"... una trompeta anónima y después el piano, todo entre un humo de fonógrafo viejo y pésima grabación, de orquesta barata y como anterior al Jazz, al fin y al cabo de esos viejos discos, de los show boats y de las noches de Storyville había nacido la única música universal del siglo, algo que acercaba a los hombre más y mejor que el esperanto, la Unesco o las aerolíneas, una música bastante primitiva para alcanzar universalidad y bastante buena para hacer su propia historia, con cismas, renuncias y herejías, su charleston, su black bottom, su shimmy, su foxtrot, su stomp, sus blues, para admitir las clasificaciones y las etiquetas, el estilo esto y aquello, el swing, el bebop, el cool, ir y volver del romanticismo y el clasicismo, hot y jaz cerebral, una música-hombre, una música con historia a diferencia de la estúpida música animal de baila, la polka, el vals, la zamba, una música que permitiría reconocerse y estimarse en Copnhague como en Mendoza o en Ciudad del Cabo, que acercaba a los adolescentes con sus discos bajo el brazo, que les daba nombres y melodías como cifras para reconocerse y adentrarse y sentirse menos solos rodeados de jefes de ofiina, tamente amargos, una música que permitía todas las imaginaciones y los gustos, la colección de afónicos 78 con Freddie Keppard o Bunk Johnson, la exclusividad reaccionaria del Dixieland, la especialización académica en Bix Beiderbecke o el salto a la gran aventura de Thelonius Monk, Horace Silver o Thad Jones, la cursilería de Erroll Garner o Art Tatum, los arrepentimientos y las abjuraciones, la predilección por los pequeños conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones impuestas por marcas de discos o caprichos del momento..."

Sigue pero ya me dio jartera.